Tras informar a los futuros padres que el embarazo no iba bien, que se había producido un aborto, llamaba la atención que la mujer todo el tiempo estaba especialmente sonriente en la consulta, una sonrisa amplia (como solemos decir, de oreja a oreja)… Sin embargo, yo notaba que era una sonrisa muy forzada, era como una especie de rictus en la cara…
… Le dije: ”puedes llorar si quieres, estás en todo tu derecho de hacerlo, es normal que lo necesites”.
Tras esta frase, la sonrisa dio paso a todo un mar de lágrimas, y ahí, en ese momento, esta persona comenzó a elaborar su duelo, a darse permiso para expresar lo que su cuerpo le pedía a voces (…)
(* Esto es solo un pequeño relato muy sencillo, que representa una situación que vivo con cierta frecuencia en consulta, cuando tengo que dar esta mala noticia).
El duelo negado
El duelo gestacional es aquel que acontece tras la pérdida de un embarazo (en cualquier momento del mismo) o en el momento del alumbramiento. Tiene una serie de peculiaridades diferentes a otros duelos que producen diferentes consecuencias.
Como todo duelo, comprende una serie de etapas: shock, negación, negociación, tristeza, ira y aceptación.
No todas las personas lo viven igual, incluso puede que se solapen unas etapas con otras o cambien su orden, pero lo normal es que se vaya pasando de una a otra hasta llegar a la aceptación y aprender a vivir con ello. Algunas personas pueden necesitar más tiempo que otras, pero cuando se produce un estancamiento en una determinada etapa, sí es cierto que puede necesitarse ayuda psicológica.
Se trata de un proceso natural, que necesita su tiempo y su espacio para elaborarse de una forma sana. Si forzamos o alteramos este proceso natural, solo conseguiremos añadir aún más sufrimiento. Existe un desconocimiento generalizado sobre este tema. Socialmente, el duelo gestacional es un duelo no reconocido, que se intenta evitar, reprimir, restarle importancia, silenciar… En definitiva: es un duelo negado.
Aunque el aborto haya sido una interrupción voluntaria del embarazo, éste también es un duelo negado, por las madres, los padres, la sociedad… No quiero entrar en este post en el debate sobre el aborto, ya que no es ese el tema del artículo y sobre todo, mi intención es ofrecer ideas para ayudar a las personas que viven esta situación de duelo.
Creo que no se trata de juzgar a nadie, sino de haceros ver (sea cual sea vuestra creencia, respetable por supuesto) que estas personas también necesitan ser acompañadas, escuchadas, comprendidas y ayudadas…
Porque ser madre o padre no se mide en centímetros ni en número de células. Quien pierde un embarazo no siente que ha perdido un grupo de células, sino que ha perdido toda la alegría e ilusión proyectada hacia quien iba a ser su hijo o hija. Sin embargo, cuando se produce una pérdida gestacional, se produce un silencio, un hacer “como si nada hubiera pasado”…
La negación del duelo: fuente de sufrimiento
Las personas afectadas tienen que soportar constantemente comentarios de gente que (aunque tengan, inicialmente, buena intención) les hacen aún más daño. Me refiero, por ejemplo, a los “no pasa nada, es mejor ahora y no más adelante”, “pronto se te pasará”, “eres joven y tendrás más”, “si solamente era un grupo de células”…
Siempre banalizando. A nadie se le ocurriría hacer este tipo de comentarios a una madre cuyo hijo ha fallecido a los 20 años, por ejemplo. Sin embargo en estas pérdidas, estas frases son una constante.
Por tanto, al dolor normal por la pérdida, se añade más sufrimiento por negarles su duelo: pueden sentirse incomprendidos, también pueden sentirse culpables porque notan que no logran estar bien emocionalmente (llegan a creer que lo que les ha sucedido es algo banal, todo el mundo así lo expresa, y por tanto no entienden por qué se encuentran tan mal)… Intentar adoptar una conducta “como si nada hubiera pasado” es lo que tendemos a pensar que es lo ideal para superarlo, pero resulta que esto no es así. Es todo lo contrario.
“Socialmente, el duelo gestacional es un duelo no reconocido, que se intenta evitar, reprimir, restarle importancia, silenciar… En definitiva: es un duelo negado”
Qué necesitan: cómo podemos ayudar
Precisamente lo que estas personas necesitan es algo tan lógico como poder verbalizar lo que sienten: dar voz, tiempo y espacio a su pérdida, a ese bebé al que aunque no hayan llegado a conocer, ya lo deseaban y amaban.
Quien era su futuro hijo, hija, se ha ido sin llegar a vivir fuera del útero, con todas las opciones del ser en proyecto, pero a su vez, ya era un ser único e irrepetible, por tanto nunca podemos consolarles con frases como “eres joven, ya tendrás otro hijo”, precisamente ese “otro hijo” es eso: “otro” (que aunque sea igual de amado y deseado no puede sustituir al que han perdido).
Así podemos ayudar a las personas que sufren una pérdida gestacional:
• Validando sus sentimientos: hacerles ver que todo lo que sienten es válido, su pena, su dolor, son válidos. No debemos restarles importancia, ni “animarles” a evitar esas emociones, porque de esta forma estaremos negando y no respetando su dolor. En cualquier tipo de duelo esta es una fase natural y hay que entenderlo y vivirlo como tal.
• Nunca usar expresiones que, aunque nos puedan parecer cargadas de buenas intenciones, si nos paramos a pensarlo, encierran bastante crueldad: “mejor que te haya pasado ahora que más adelante”, “ánimo, esto se pasa y volveréis a tener otro hijo”, “mejor así, por suerte no lo habéis conocido, eso sería peor”, “no era nada, sólo unas células”…
• Escuchad: sed todo oídos cuando os cuentan lo que sienten, lo que sufren…, no interrumpáis y mucho menos lo hagáis con frases de supuesto “ánimo” que lo único que consiguen es minimizar la importancia a lo que les ha pasado.
• Sed comprensivos y tened empatía: pensad por un momento, poneros por un momento en su lugar, lo entenderéis todo mucho mejor.
• Mostrad vuestra cercanía y apoyo sincero, si así lo sentís, siempre respetando sus emociones, lo necesitan.
• No intentéis banalizar, ni negar, y mucho menos criticar sus rituales. El dar un nombre a la criatura no nacida, o guardar algo que les recuerde al que iba a ser su bebé, son rituales que aparentemente aumentan más el dolor, pero en realidad es un acto saludable. Se ha demostrado que este tipo de rituales son positivos para elaborar el duelo, ya que ayudan a hacer real la pérdida y a no cargarla de irrealidad o negación. En pérdidas más avanzadas, hay incluso gente que, con toda su buena intención, antes de la vuelta desde el hospital, guardan todo lo que iba a ser para el bebé (cuna, ropa, etc.), sin embargo, esto es totalmente contraproducente.
Hay hospitales en España que ya cuentan con un protocolo específico de duelo gestacional, que promueven el apoyo a nivel emocional a quienes pierden un embarazo. No olvidemos que la mayoría de las veces la herida emocional es mayor que la herida física.
«Hay quien dice que el trabajo del duelo consiste en convertir una ausencia externa en una presencia interna. Se trata de aprender a vivir de nuevo».
Libros recomendados
Siempre me gusta recordar y recomendar dos libros que son referentes en este campo, y cuya lectura ha ayudado a muchísima gente:
• “La cuna vacía. El doloroso proceso de perder un embarazo”. (Rosa Jové, M. Àngels Claramunt Armengau, Mónica Álvarez, Emilio Santos Leal. La esfera de los libros, 2009).
• “Las voces olvidadas. Pérdidas gestacionales tempranas”. (Cristina Silvente, Laura García Carrascosa, M. Àngels Claramunt, Mónica Álvarez. Ed. Ob Stare, 2014).