La vulvovaginitis es una inflamación a nivel vulvovaginal que puede tener un origen infeccioso o no infeccioso.
Dentro del origen infeccioso tenemos las infecciones vulvovaginales y también los desequilibrios de la propia microbiota vaginal (disbiosis). Dentro del origen no infeccioso la inflamación puede ser debida a algún daño, a la pérdida del trofismo (como ocurre en la atrofia por déficit de estrógenos o vulvovaginitis atrófica), o a la disfunción del propio sistema inmune, como ocurre en los procesos de alergias (como la dermatitis atópica) o autoinmunidad (como el liquen escleroatrófico vulvar).
Al igual que en el resto del organismo, en la vulva y en la vagina hay un equilibrio microbiano, donde la microbiota está en equilibrio, también ha de haber un equilibrio inmunológico. Esto último significa que la inmunidad ataque lo que tenga que atacar, es decir, ha de estar suficientemente activado para atacar a los patógenos, pero lo suficientemente “tranquilo” para no atacar absolutamente todo lo que se encuentre a su paso (inflamación), incluidas tus propias células (autoinmunidad).
Por si fuera poco, además ha de haber un equilibrio entre ambos equilibrios, es decir, que la microbiota y el sistema inmune “se lleven bien entre ellos”.
Esto significa que ha de haber una inmunotolerancia equilibrada. Si por ejemplo, hay poca tolerancia el sistema inmune luchará contra cualquier microorganismo o alergeno sin ton ni son generando inflamación, si la tolerancia es demasiado alta se podría colar cualquier microorganismo en la vagina y campan a sus anchas.
No es bueno ni un extremo ni el otro. Para entender la inmunotolerancia voy a poner un ejemplo con los hongos. Todas las vaginas tienen cándidas, pero en condiciones normales tenemos un nivel suficientemente bajo como para mantenerlas a raya y no padecer la dichosa candidiasis vulvovaginal. Si las cándidas proliferan excesivamente tendremos la infección: se inflama la vagina y la vulva, nos pica… Pues bien, hay mujeres con sistemas inmunológicos poco tolerantes, y a poco que suban las cándidas tendrán todos los síntomas de candidiasis, debido a la inflamación que se produce. Otras tienen lo contrario, tienen tanta inmunotolerancia que puedes ver toda la vagina con el flujo en aspecto de requesón característico de la candidiasis y ella no tiene ni un solo síntoma.
De manera que, dentro de este complejo equilibrio, el sistema inmune y la microbiota se influencian mutuamente, una microbiota inestable que produce inflamación con el tiempo acaba por alterar el sistema inmune local perdiendo el tejido el trofismo (el trofismo es el estado de nutrición y desarrollo del tejido, el estado de trofismo más bajo es lo que llamamos atrofia). Un sistema inmune que funciona mal, esto influye también en la microbiota, ya que un sistema inmune no bien regulado altera el trofismo y por ende la microbiota. Por ejemplo si tienes una enfermedad autoinmune como el liquen escleroatrófico vulvar, al tener menos trofismo la zona es más fácil el desequilibrio microbiano local y más fácil tener infecciones.
Aunque son necesarios más estudios, ya existen algunos trabajos publicados que asocian el liquen escleroatrófico vulvar (que es una enfermedad autoinmune) con un determinado tipo de microbiota, tanto a nivel intestinal como vaginal.
Incluso hay estudios que asocian enfermedades inflamatorias como la endometriosis a factores microbiológicos, (en este podcast de mi querida amiga y colega Sari Arponen cuento más acerca de este tema y ella es además una experta en todo lo referente a Microbiota), asociando la endometriosis a infecciones recurrentes en el tracto genital superior y a la disbiosis intestinal. Aunque el estudio de la microbiota todavía tiene mucho que avanzar para poder establecer tratamientos individualizados para mejorar este delicado equilibrio entre inmunidad y microbiota.
Por otro lado, en todo este equilibrio entre sistema inmune y microbiota, mucho tiene que ver el intestino.
Ya que el intestino influye en este equilibrio vulvovaginal por dos vías:
- La microbiota vaginal depende directamente de la intestinal. De hecho, los lactobacilus que colonizan la vagina proceden del intestino. Durante la edad fértil estos lactobacilus pasan del intestino a colonizar la vagina, atraídos por el aumento de glucosa en el flujo vaginal, cosa que se debe al efecto de los estrógenos en el epitelio estratificado vaginal.
- La microbiota intestinal determina en gran medida el funcionamiento del sistema inmunológico. Si tenemos disbiosis intestinal, aumentará la permeabilidad intestinal y esto a su vez aumenta la producción de mediadores de la inflamación e inmunocomplejos, lo cual altera la inmunidad.
Si quieres saber más acerca de estos temas, el taller de Salud Vulvovaginal, te puede interesar, te invito a echarle un vistazo.