En el post anterior (Parte II) hemos visto que la reproducción es inseparable de la sexualidad humana, y que debemos darle prioridad a un apego seguro entre la madre y el bebé para construir una sexualidad saludable en el adulto. En este nuevo post, hablaré de los aspectos más importantes a tener en cuenta en la educación sexual de niños y jóvenes.
Otro aspecto muy importante en la educación sexual es que cuando los niños van creciendo y comienzan a preguntar hay que contestarles de forma natural con la verdad. Nada de decirles que “a los niños los trae la cigüeña”.
¿Cuándo es el mejor momento para explicarles? Muy fácil, los niños son muy curiosos y están preparados para la recibir las respuestas cuando hacen las preguntas, y todo se puede explicar de forma sincera adaptando el lenguaje a su nivel madurativo.
También hay que tratar la desnudez con naturalidad, no se trata de forzar ninguna actitud antinatural exhibicionista pero tampoco de llegar a lo se hacía en generaciones más atrás en las que era un tabú ver a los padres desnudos, y tampoco pasa nada si ven a la madre cambiándose de compresa o poniéndose la copa menstrual, siempre preguntarán “por qué mamá tiene sangre”, si son demasiado pequeños hay que explicarles, por ejemplo, que “mamá no tiene ninguna pupa, que es una sangre buena que no duele nada”. Cuando mis hijas eran pequeñas y me preguntaban que por qué “me salía esa sangre”, yo les decía que “dentro de la barriguita, las mujeres tenemos un útero que cada mes se prepara por dentro como si fuera una casita donde se formaría un bebé, y que si no nos quedamos embarazadas esa casita se desprende en forma de sangre, y que después cada mes se vuelve a preparar otra nueva casita por si acaso viniera otro bebé”…
A las niñas hay que hablarles claramente de la menstruación a partir de los 8 o 9 años, sin asustarlas con mensajes que refieran que la regla es dolorosa o desagradable, lo mejor que se puede hacer es hablarlo con toda naturalidad.
Además del mensaje verbal que se da, es importante el mensaje que inconscientemente se transmite, pues las niñas aprenden mucho de la relación que la madre mantiene con su propio cuerpo: si la madre se relaciona mal con sus propios fluidos, si da mensajes sobre la menstruación como algo negativo que da asco con frases como “estoy mala” en lugar de decir “tengo la regla”, si no se valora y está descontenta con su aspecto, si entona frases como “soy gorda”, “soy vieja”, “soy fea”, etc., la hija muy probablemente aprenderá a vivirse en su cuerpo con odio o vergüenza en lugar de vivirse con seguridad, autoestima y placer.
Si basamos la educación sexual en mensajes contradictorios, poco claros, haciendo alusiones negativas sobre el cuerpo, no fomentaremos su seguridad ni su autoestima, y este es el mejor caldo de cultivo para que en esta sociedad hipersexualizada las jóvenes acaben asumiendo que su placer no es suyo. Entenderán que su valía depende de cómo la valoren superficialmente, de su capacidad de ser objeto de de deseo y sexualmente atractivas.
“Si basamos la educación sexual de las niñas en mensajes contradictorios y haciendo alusiones negativas sobre el cuerpo, no fomentaremos su seguridad ni su autoestima: cuando sean jóvenes acabarán asumiendo que su placer no es suyo”
Hay mucha vulnerabilidad en estas niñas al llegar la adolescencia, porque acaban asumiendo la asimetría hombre-mujer, tomando un papel pasivo, creyendo en el cuento del príncipe azul que las salva, entregando su cuerpo al otro pero no para disfrutar ellas compartiendo el placer mutuamente, sino para darse como objeto de placer, buscando en el otro ese reconocimiento de ser válidas. Es una sexualidad vivida de cara hacia afuera y muy desconectadas de sí mismas.
Otro aspecto muy importante sobre la infancia que tenemos que tener en cuenta es que, al igual que la autoestimulación genital para darse placer no hay que reprimirla, por otro lado no debemos obligarles a dar besos o abrazos a los demás si no lo desean. Tienen que saber que nadie puede obligarles a ser tocados si no quieren, aunque sea un inofensivo abrazo no están obligados a hacerlo, esto les reforzará para sentirse seguros y dueños de sus cuerpos y evitar así posibles abusos, hay que enseñarles también qué lugares de sus cuerpos y formas de tocarlos no son correctas, animarles a que nos cuenten si sienten que alguien les hace algo malo o les ha tocado de una forma que les incomoda. Es necesario que se sientan confiados para contar con nuestro apoyo y para que, si alguna vez sufrieran algún tipo de abuso, tengan la suficiente confianza de expresarlo y poder evitar a tiempo males mayores.