Rejuvenecimiento vulvar, lifting vaginal, infiltración con ácido hialurónico del Punto G para aumentar el placer sexual… Cada vez se habla más de estos procedimientos -que reciben el nombre de ginecoestética- en las revistas de moda y cada vez son más demandados.
Estas cirugías no sólo se proponen para mejorar la apariencia de los genitales, sino también el de alcanzar un mayor placer sexual. Con este artículo no pretendo juzgar a las mujeres que se someten a este tipo de cirugía, cada una lógicamente hará con su cuerpo lo que desee, y desde luego tiene todo mi respeto.
La intención de este artículo es aportar otra perspectiva, no solamente desde la ginecología sino también desde mi humilde opinión como mujer, para que quienes se planteen una decisión como esta lo hagan con la mayor información y libertad posible, abriéndoles paso, además, a una reflexión que quizás no se habían planteado.
Mi punto de vista como ginecóloga
Es muy cuestionable que este tipo de cirugías aumenten el placer sexual, lo cierto es que a día de hoy no existe evidencia científica a este respecto. Cierto es, también, que las cuestiones estéticas pueden afectar a las personas y condicionar su conducta sexual.
Pero vayamos más al fondo:
Muchos de los problemas sexuales que nos plantean las pacientes tienen que ver solamente con falta de información, por desconocimiento de la propia sexualidad femenina, y muchas veces solo con dar información correcta el problema desaparece. Algunas mujeres, por desinformación, por consejo de alguna amiga o porque lo han leído en alguna revista y se lo “pintan” todo tan bonito… solicitan este tipo de intervención sin la suficiente información requerida.
Es importante también saber que la inmensa mayoría de los problemas sexuales no se solucionan en quirófano.
También me gustaría aclarar que hay excepciones en las que realmente existe una disfunción sexual que es corregible quirúrgicamente, y que ahí por supuesto estoy de acuerdo con la cirugía (pongo un ejemplo: un labio menor muy hipertrófico que en las relaciones sexuales se introduce y con la fricción provoca dolor con la consiguiente dificultad de obtener placer).
Dejando de lado casos concretos como el ejemplo citado, por lo demás considero que en las revistas de moda se están transmitiendo unas exageradas expectativas sobre este tipo de cirugía.
Como ginecóloga, ante una paciente que plantea un problema de índole sexual, me corresponde valorar si se trata de una falta de información, o bien si estamos ante un problema sexual secundario a alguna patología ginecológica. En caso de que el problema sexual en cuestión no sea por ninguno de estos dos supuestos debe ser derivada al sexólogo. Hay que ser cautos en la interpretación del problema y no alentar tan alegremente a la paciente a hacerse una cirugía estética vulvar como solución de entrada, cuando sabemos que no hay evidencia científica en cuanto a que estas operaciones aumenten el placer sexual.
No me vale la excusa que algunos profesionales dicen: “es que es una cosa que me piden”. Si somos médicos sabemos que no se trata de dar al paciente lo que pida sin más si sabemos que lo que pide no es lo adecuado para resolver su problema, habrá que dedicarles un rato para explicarles los pros y los contras de cada opción terapéutica para que entonces puedan tener la opción de decidir libremente.
Mi punto de vista como mujer
Una cosa es una cirugía que repara un problema concreto que impide tener relaciones placenteras y otra bien diferente es operarse sólo por el gusto de tener una vulva bonita o por aumentar el placer sexual (cosa que vuelvo a repetir: no está demostrado científicamente).
Y digo yo: ¿quién define un canon de belleza para la vulva y vagina? ¿Por qué asumir un “corsé” más de los tantos que se nos imponen a las mujeres? En la vulva y la vagina la variedad natural de tamaño, forma y color no necesita corrección quirúrgica alguna, ya que funcionalmente ninguna es mejor que otra.
A mi parecer en muchos casos no hay más que estudiadas estrategias de marketing para crearnos nuevas necesidades inexistentes.
Además, como mujer, no deja de molestarme que en ciertos entornos nos “vendan” esto como algo muy moderno o liberador para las mujeres, como si el hacernos estas cirugías estéticas en la vulva fuera algo revolucionario, incluso en algunos artículos lo plantean como algo feminista cuando en realidad considero que es todo lo contrario: otra carga más que nos quieren adjudicar a las mujeres.
Y además muchas veces, especialmente dirigido al colectivo de mujeres jóvenes, creándoles nuevos y más sofisticados complejos que añaden más confusión, tabúes, desconocimiento y desconexión con sus cuerpos, su sexualidad, su fisiología femenina…
Pienso que no es más que una nueva tendencia de nuestra querida sociedad hiperconsumista, que lejos de liberar a las mujeres nos somete a nuevos cánones, nuevas modas… Es más de lo mismo, es someter nuestras vulvas a los dictámenes de las tendencias, la moda o la belleza. Como mujer, me niego.
* Me publicaron este artículo en Pikara Magazine.